jueves, 19 de noviembre de 2009

El Pensador de Rodin y el individualismo


El Pensador de Rodin y el individualismo


La enorme tristeza condensada en la tonelada de bronce de la estatua El pensador, de Rodin, me impulsa a vincular esta obra al “individualismo” moderno. En términos sociales e históricos, la modernidad llega con la superación de la etapa preindustrial, de características rurales, basadas en la tradición y la vida comunal. Significó el triunfo de la razón y la transformación del sentido temporal de la legitimidad. Pero, a pesar de las características liberadoras del nuevo espacio social, el hombre moderno construyó refugios en soledad, donde abandonó la verdad y la sabiduría.

El abigarrado taller de un artista del Renacimiento, con sus maestros, aprendices y la mutua colaboración, me parecieron siempre una representación muchísimo más acertada del trabajo de un filósofo que la sombría figura de El pensador de Rodin. Siempre pensé que el trabajo en filosofía, o en el arte mismo, debía ser un trabajo eminentemente cooperativo y comunicativo, no una aventura solitaria parecida a la del náufrago abandonado a su suerte o a la del corredor de maratón que sólo puede confiar en sus propias fuerzas.

La vida es un trabajo en colaboración con todos los que nos han precedido en esta maravillosa aventura de crear, pensar y sentir, con los que crean, piensan y sienten ahora —con quienes podemos dialogar y de quienes podemos aprender— y con los que vendrán después de nosotros.

En mi soledad he visto cosas muy claras, que no son verdad, escribía Machado, de cara a un siglo XX que rajó la tierra. El individualismo moderno que emana de las imágenes del pensador de Rodin o de Descartes solitario junto a la estufa, me parece una forma totalmente distorsionada de comprender al ser humano. Como sugiere la escultura de Rodin, el individualismo lleva a creer que el ser humano mediante la reflexión y la creación se aísla, se torna un individuo separado de los demás. Me parece que la verdad es todo lo contrario. El uso de la imaginación (y de la razón, claro) nos lleva a los seres humanos a volcarnos en los demás. En el caso de los filósofos y los artistas, se trata de encontrar belleza y argumentos que hagan nuestras vidas —y las de quienes reciben sus señales— más humanas.

¿Qué estamos haciendo para que las demás personas se abran a los demás, para no encerrarse en un individualismo destructor?

Pensemos con radicalidad y comuniquemos lo pensado a los demás: eso es ir contra el individualismo.

1 comentario:

  1. El artista y el pensador y el hombre en general deben estar en contacto con los demás para que genere algo e su interior pero es en la reflección cuando crece y se convierte en algo digno, y casi obligatorio, de compartir. A sus ves estará defendiendo un grupo dentro del cual pelea para defender su individualidad, en infinitos grupos en ambas direcciones y hasta dentro de si mismo.

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